Un antiguo filosofo chino escribió una vez: “…Chang Tsu fue a dormir y soñó que era una mariposa. Al despertar, no sabía si era Chang Tsu soñando que era una mariposa, o si era una mariposa, soñando que era Chang Tsu…”.
En un principio lejanos, pero aumentando con gran intensidad, los sonidos de la ciudad entran por mis oídos y golpean en mi consiente adormentado, trayéndome de vuelta desde el mundo de los sueños.
Abro los ojos. Hace calor, mucho calor. Estoy en una habitación de hotel, no se destaca por el lujo, pero es limpia y acogedora. La luz del sol se filtra por las cortinas, es una mañana avanzada, casi rozando el medio día y la ciudad ya está en plena ebullición. Me levanto de la cama y camino hasta la ventana. Desde el tercer piso del hotel veo la milenaria ciudad de Bangkok, capital de Tailandia, descubrirse ante mis ojos. Vendedores ambulantes gritando para imponerse, cientos de bicicletas, tuktuk (moto taxis) y autos enmarañados en una lucha por llegar a tiempo a sus destinos. Me sumerjo en ese paisaje tan distinto para mi, de gentes, de sonidos y de formas que no me son familiares. De repente, una voz me saca de ese estado hipnótico. Es una voz femenina, que me es conocida. Volteo y dentro de la cama esta Natalia Oreiro, vistiendo solo una camiseta de Racing diciéndome: volve a la cama amor…
Abro los ojos. Estoy en Rotorua, en la habitación del Hostel; en la cama de arriba el Chichi ronca. Mientras me desperezo pienso: otra vez se me están mezclando los sueños del viaje a Asia y de Natalia Oreiro…mala señal. Son casi las doce de la noche y nos despertamos de una ligera siesta listos para ir a una atípica excursión.
Bajamos la escalera. Abajo están los chicos esperándonos, todos con la maya puesta. En estos casi 3 meses de vida en Rotorua se ha armado un muy lindo grupo de latinos. Esta noche, somos 13 en total y contamos con 3 vehículos con una buena dotación de cerveza. El destino: un paraje misterioso, conocido solo por algunos locales, quienes se muestran bastante reacios a la idea de divulgar el secreto de su ubicación, ya que quieren mantenerlo virgen y hermoso como es.
Afortunadamente tras 3 semanas de hacer buena letra con la pareja que son los dueños del hostel donde trabajamos a cambio de alojamiento; ella se prestó a confiarnos el secreto de la ubicación e incluso dibujarnos un mapa para poder llegar.
Nos dividimos en 3 grupos por los autos, y emprendimos el viaje en el medio de la noche, fría y estrellada.
Abro los ojos. Estoy sumamente cómodo. ¿Sobre un colchón? No, sobre la arena; y una roca hace las veces de almohada. Una corriente de agua caliente me atraviesa el cuerpo incansablemente. La luz del sol se refleja en una bellísima luna llena, y luego de atravesar el vapor del agua caliente y cristalina, me permite ver el fondo del lago con suma claridad. A mis alrededores un juego de brillos y sombras causados por la intensa luz de la luna, filtrándose entre las ramas del bosque. Volteo a ambos lados, buscando a la Oreiro, pero no está. A algunos metros en cambio, veo a todos los chicos, sentados aquí y allá, con una botella de Stella Artois en la mano, conversando y riendo alegremente. Esto no es un sueño, pero es un lugar tan mágico que es difícil de explicar.
Los locales lo llaman Hot and Cold River (rio frio y caliente). Es un pequeño lugar perdido en el bosque, en medio de la naturaleza, donde se encuentran un arroyito formado por aguas de lluvia, extremadamente frío dada la época del año y uno proveniente de las entrañas de la tierra de agua sumamente caliente. Se encuentran en una especie de pileton natural, donde uno puede acercarse más al arroyo frio o al caliente dependiendo la temperatura que más le apetezca. Debido a las altas temperaturas del agua (que varían desde unos 44°C en el arroyo caliente a muy fría en el arroyo frío), no viven ningún tipo de plantas ni animales en el agua, haciendo que esta sea sumamente limpia y cristalina. El suelo es de arena, sin un solo rastro de barro, con rocas aquí y allá que pueden usarse de asiento, reposera o cama dependiendo la altura de la roca o la profundidad del lago que no supera el metro treinta en la parte más profunda. Las paredes de esta especia de estanque son grandes piedras seguidas inmediatamente de arboles; las mismas tienen pequeños huecos donde encendimos algunas velas, para sumarle magia a un momento que ya de por si fue increíble.
Nos quedamos allí hasta las 4 am, donde decidimos volver ya preocupados de lo arrugadas que teníamos las manos.
La vida en Rotorua ha sido muy intensa este último mes. Las actividades sociales siguen tan frecuentes como antes pero el trabajo aumento considerablemente; en consecuencia han disminuido las horas de sueño. Un día en la “rutina” sería: levantarse alrededor de las 9: 30, ya que Fleak, la dueña del hostel que nos da una mano con la limpieza, antes de decirnos buenos días nos dice “desayunen tranquilos que no hay apuro”. Fleak es un amor de persona, a sus 60 y largos años se mantiene súper activa y ya tiene la mitad de los cuartos hechos para cuando terminamos de desayunar. Se podría decir que es mas nostros ayudándola a ella con la limpieza que ella a nosotros. Terminamos de desayunar, limpiamos la cocina, los baños, me cambio y me voy a trabajar. A las 11 30 llego a abrir “Tandoori Palace”, el restaurant indio de los mimos dueños que Solace (el otro restaurant donde trabajo). Es un lindo restaurant, pero de mañana no va nadie, así que tengo suerte si para las 14 cuando me estoy yendo atendí más de 3 mesas. Me pusieron a trabajar ahí ya que en vistas de que se acercaba la fecha del viaje a Asia y quería hacer mas plata, les pedí que me dieran más horas en lo que sea. Vuelvo al hostel, como algo y me tiro a dormir una siestona o me voy al Spa a ver el lago desde la pileta de agua termal. Me levanto alas 17hs como algo y 17 30 estoy en Solace. Allí ya saben que mi tarea es estar parado en la puerta conversando con la gente que pasa, convenciéndolos de entrar a comer. Al principio era bastante divertido, la verdad que ahora me estoy aburriendo un poco; pero bueno, peor es laburar… Depende del día de la semana, pero generalmente vuelvo al hostel tipo 21 30, como algo y me voy para el Pig and Wishtle. Pig and Wisthle es el bar que mencione en la subida del blog anterior, el mismo queda a una cuadra del hostel donde vivimos. Es un bar súper agradable, un estilo Antares para los que conocen. Ahí tenemos cerveza gratis ilimitada. Si no anda nadie me tomo un vaso y me voy adormir, si anda gente me quedo charlando con alguien, generalmente turistas en tránsito. A esta rutina súmenle una ida al boliche del pueblo los jueves y sábados y una escapada a la naturaleza en los días que no trabajamos.
Esta última semana que paso, logramos coordinar los días libres de 8 de nosotros y fuimos en dos autos a conocer Mont Manganui. Mont Manganui es un bellísima ciudad turística ubicada sobre la costa Este de la isla Norte de Nueva Zelanda, a unos 140km de Rotorua. Similar a lo que sería Punta del Este en Uruguay, es un estrecho de tierra con edificios, negocios, casas y parques rodeado por mar al Este y al Oeste. Desde una orilla a la otra hay unas 6 cuadras. Toda esta península se remata en un monte bastante alto, cuyo acenso haciendo trecking dura una hora y monedas, dependiendo que tan rápido se valla.
Nos toco un día hermosísimo, sol radiante, ni una nube y calorsito agradable. Desde la sima se tiene una vista deslumbrante del océano y de la ciudad. Allí paramos a almorzar y luego nos tiramos en el pasto a cantar, con el Chichi tocando la guitarra, hasta ver bajar el sol… Un recuerdo más de este viaje, que quedara marcado a fuego en la memoria. Subí varias fotos al facebook para quien quiera darse una mejor idea; de cualquier manera una vez mas no hay palabras ni imágenes capaces de describir con precisión la experiencia.
Estas son en líneas generales las novedades de la vida isleña. Solo dos semanas nos separan del punto de partida de nuestro próximo viaje: Malasia. Mientras tanto seguiremos trabajando “duro”, para ahorrar lo más posible y seguiremos yendo una o dos veces por semana al hot and cold river, a ese pequeño lugar mágico, escondido en el bosque, en lo más recóndito de una isla en el medio de la nada, aunque cada vez será más oscuro, a medida que la silueta de la luna decrezca día a día; y allí, de noche, acostado en el arroyo, mirando las estrellas, con el agua caliente fluyendo por mi piel, seguiré preguntándome si realmente estoy despierto o solo tengo los ojos abiertos, si soy Chang Tsu o la mariposa…
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