Me sueno todos los dedos de las manos y observo esa
pequeña línea negra vertical parpadear solitaria en la inmensidad blanca de la
pantalla, al comienzo de un archivo de Word que todavía no se ha escrito, y
pienso: cuantas cosas pasaron en estas últimas tres semanas ¿por dónde
empiezo?. A un lado de la notebook, sobre mi escritorio, el café de la mañana
se enfría muy lentamente debido a las altas temperaturas del verano australiano.
Mas allá del café, la ventana y el balcón de un piso 39. Abajo la ciudad de
Brisbane se extiende bulliciosa. Es viernes por la mañana, y aquí en el centro
la ciudad siempre late. Son las 10:20 y todos parecen tener un propósito, un
lugar a donde llegar. Y viendo a la gente ir y venir mi mente se pierde en los
recuerdos de un mes atrás, en la estación de tren, dejando La Isla, dejando
Cairns…
Como en tantas otras ocasiones, las cosas no se dieron exactamente como uno las visualizo en un comienzo. Por distintos factores finalmente NO me sume a la pareja de suecos que vivía con nosotros y compro una van para viajar rumbo sur recorriendo toda la costa este, y tampoco me sume a la van que rentaron mis amigas estadounidenses con el mismo propósito. En su lugar, opte (quizás medio forzado) por la individual: saque un pasaje en tren de Cairns a Brisbane que me permite hacer cuantas paradas desee en esa dirección durante 3 meses. Fue un poco confuso cuando le dije a la pareja de Suecos “voy a hacer lo mismo que hacen ustedes, pero solo y mas rápido”. Risas a parte, emprendí mi viaje con escalofriante falta de planificación, primer destino: Townsville.
Townsville es una ciudad común y corriente, nada especial. Es popular por el simple hecho de ser el punto de partida de todos los ferris hacia Magnetic Island. A pesar del romántico nombre, no hay nada magnético en Magnetic Island, ni nubes de humo negro matando gente, ni osos polares, ni barcos piratas y definitivamente NO se puede viajar en el tiempo. Pero bueno, tampoco se ven antílopes de un solo ojo en Venado Tuerto, ni llueven papas fritas en Coronel Pringles. De cualquier manera es una Isla hermosa, de unos 10km de diámetro. La misma se compone de varias bahías de playas perfectas, con algunos asentamientos urbanos muy pequeños, dos supermercados, algunos restaurantes y dos hostels. Uno de ellos es más bien un resort con pequeñas cabañas dispersas en el bosque, donde decidí pasar mis 3 noches. Disfrute mucho mi tiempo en Magnetic Island ya que no lo encontré sobrevaluado y sobreexplotado por la industria turística. Pase mis días conociendo gente linda, haciendo más de un trekking por las zonas más elevadas de la isla, buscando y encontrando koalas, wallabies, iguanas y varios animales más. Y disfrute de largas horas tirado en solitarias playas leyendo o escuchando música. Mis noches también transcurrieron sencillas por lo general empezando con una ducha, seguido de pizza con cerveza en el bar del resort y yendo a la cama temprano, para comenzar bien descansado al día siguiente, quedándome dormido escuchando todos los sonidos del bosque. Al tercer día, luego del almuerzo volví en ferri hacia Townsville y me senté a esperar en el andén. Próxima estación: Airlie Beach.
Al igual que Magnetic Island, Airilie Beach no despega mucho de cualquier otro pueblito costero australiano. Lo que la hace especial es ser el punto de partida para cualquiera de las 78 islas que componen el archipiélago vecino a ella, incluyendo por supuesto la mítica Whitehaven Beach (playa cielo blanco). Airlie Beach y todas las islas a su alrededor si están fuertemente explotadas por el turismo, es quizás por este motivo que no fue mi lugar favorito a pesar de su increíble belleza. Pase mi primer noche en un de los tantos hostels del pueblo (prolifera el turismo tanto de mochileros como de gente de plata) y al día siguiente me embarque para conocer las islas. Hay dos formas de hacer lo antes dicho: la primera es con un velero gigante, dura 3 días, incluye desayuno, almuerzo y cena, dos noches durmiendo en la embarcación, y recorrido por los puntos más atractivos del archipiélago. La segunda es en un gomon con dos poderosos motores, dura un día, incluye almuerzo y visita los mismos puntos que el anterior. Yo ya he tenido gente subida a mi gomon, pero nunca me subí al gomon de otro, así que opte por la segunda opción.
El paseo fue muy entretenido, los paisajes increíbles.
Paramos a hacer snorkel en dos puntos “estratégicos”, que fueron los mejores
snorkels que he hecho en Australia, superando con creces la Gran Barrera de
Coral y Green Island. Al sumergirse en las cristalinas aguas de los mares de
Australia uno se ve abrumado por una explosión de colores y formas de las múltiples
especies de corales que han estado desarrollándose allí por los últimos 8000
años. Considerando que el coral crece a un ritmo de 1 a 3 centímetros anuales
horizontalmente y de 3 a 10 centímetros verticalmente, las complejas
estructuras deslumbrantes en sí mismas ofrecen una belleza aun mayor al
observador detallista que se aventura a sumergirse para una inspección más
cercana de los mimos. Nadando entre los mismos tortugas, tiburones, rayas y
peses de todos los tamaños y colores, completan este asombroso mundo subacuático.
Por último, la frutilla del postre: trekking de 20 minutos hasta la cima de la
colina que bordea la playa “cieloblanco” con una vista increíble. Toda la
inmensidad de una playa de arenas blancas cubiertas parcialmente por aguas poco
profundas de un color turquesa claro, hacia el horizonte el mar volviéndose mas
y mas oscuro esquivando salpicones de islas para ir a encontrarse con el cielo.
Finalmente el descenso hacia la playa a pasar el resto de la tarde tirado panza
arriba y lamentablemente el eventual retorno a tierra firme. Próxima estación:
Noosa.
Noosa es una ciudad relativamente grande. Su centro
turístico es la zona conocida como Noosa Heads. Un lugar que me recordó mucho a
Naples en Florida. Careta, snob, adinerada, clase alta, gente de guita, elite
privilegiada, son algunos de los adjetivos que definirían a la tipo de personas
que frecuentan este destino. La ciudad es hermosísima, esta impecablemente bien
cuidada. Tiene una extensa playa en forma de bahía rematada en un parque
nacional. El mar se mete en la ciudad con un rio que se ramifica
irregularmente, generando el terreno ideal para la construcción de mansiones
que gustan de estacionar sus ostentosos yates en el frente. Conseguí
alojamiento en un hostel muy agradable donde, como de costumbre en estos
establecimientos, pegue onda con viajeros de varios países. En esta ciudad me
encontré con dos conocidas argentinas pertenecientes a la comunidad viajera
argenta, que están instaladas en la ciudad desde hace un par de semanas. M
recibieron muy amigablemente. Compartieron fernet y mate, bienes altamente
codiciados por estos pagos. Disfrutamos de la playa, recorrimos el parque
nacional, salimos a la noche y nos despedimos. Próxima estación: Byron Bay (con
escala en Brisbane y Surfers Paradise)
- Huuuy, te vas para el norte recorriendo la costa? No te podes perder Byron Bay! Es lo más!
- Si si, el mejor lugar! Mi ciudad favorita de Australia!
- Posta! Muy relajada, llena de hippies y surfers!
- Es re chiquito el pueblo, pero muy buenas vibras y muy tranquilo.
Estos eran algunos de los comentarios que escuchaba todos los días entes de irme de Cairns, por lo que mis expectativas en Byron Bay eran altas. Algo que detesto! Expectativas atas derivan casi siempre en catastróficas decepciones.
Y Byron no fue la excepción. Llegue a Byron un 23 de diciembre. Al parecer Byron es el segundo destino más popular en Australia después de Sydney, claro está que es 50 veces más pequeño. Esto deriva en precios ridículamente costosos en restaurants, alojamiento, entretenimientos, bares, etc. Y la incómoda sensación de que te están rompiendo el culo con cada paso que das.
Pude, con dificultad, entender que en otro momento del año sería un lugar hermoso, relajado y tranquilo. Pero del 23/12 que llegue, al 5/01 que me fui, me sentí asqueado de la cantidad de turistas, el trafico y la poca infraestructura para lidiar con ambos.
Durante la primer semana accedí a pagar un extremadamente
sobrevaluado hostel. Lleno hasta las pelotas de backpakers de todas partes del
mundo, enfiestándose cada noche de la semana. Si hay algo que no se le puede
reprochar a Byron es LA joda que hay de lunes a lunes.
A donde fueres haz lo que vieres dice el dicho, así que no quedo otra que estar de joda todas las noches y disfrutar la playa de día. En los días que siguieron me reencontré con toda la gente que vivía con migo en Cairns: Bertram (el alemán), Lauren (la americana), Erik y Sonia (la pareja de Suecos). Y conocí un par de argentinos que estaban viviendo ahí y me consiguieron una changa de limpieza por unos días, como para palear los gastos. Mas allá de esta changa, no tarde mucho en darme cuenta que conseguir un buen trabajo en Byron es menos probable que un recital de Mariano Mores en Villa Fiorito. Para despejarme de toda duda, encontré casualmente un artículo en el diario donde se decía que era la ciudad con mayor índice de desempleo de todo Australia.
A la semana me saturé de la joda y de pagar el sobrevaluado hostel; y, citando a Duhalde, eficiente y capaz presidente que alguna vez supimos tener en Argentina, dije: “que sea lo que dios quiera”.
A donde fueres haz lo que vieres dice el dicho, así que no quedo otra que estar de joda todas las noches y disfrutar la playa de día. En los días que siguieron me reencontré con toda la gente que vivía con migo en Cairns: Bertram (el alemán), Lauren (la americana), Erik y Sonia (la pareja de Suecos). Y conocí un par de argentinos que estaban viviendo ahí y me consiguieron una changa de limpieza por unos días, como para palear los gastos. Mas allá de esta changa, no tarde mucho en darme cuenta que conseguir un buen trabajo en Byron es menos probable que un recital de Mariano Mores en Villa Fiorito. Para despejarme de toda duda, encontré casualmente un artículo en el diario donde se decía que era la ciudad con mayor índice de desempleo de todo Australia.
A la semana me saturé de la joda y de pagar el sobrevaluado hostel; y, citando a Duhalde, eficiente y capaz presidente que alguna vez supimos tener en Argentina, dije: “que sea lo que dios quiera”.
Y así fue! La primera noche conocí unas argentinas que
estaban alquilando una casa y me dejaron quedarme en el sillón. Al día
siguiente, volví al hostel a buscar mi valija y unas brasileras de las cuales
me había hecho amigo (y que tenían un cuarto doble para ellas solas) me dijeron
que se iban esa tarde y habían pagado una noche mas, que si quería usara el
cuarto no había drama. La tercera noche, un amigo australiano que conocí hace 3
años en EEUU, y que vive en Melbourn me escribió a facebook que había venido a
Byron a pasar año nuevo con un grupo de amigos, que habían alquilado una casa y
me podía quedar ahí.
La cuarta noche (y las 4 que le siguieron) finalmente se me termino la suerte y me fui a dormir a la playa. Dormir en la playa al mejor estilo homeless, sin bolsa de dormir y sin carpa, puede sonar duro, pero fue una experiencia hermosa! En una playa en la que no hay viento, no hace frio y sabes que nada te puede pasar. Simplemente acostarse mirando las estrellas, escuchando el mar y lentamente quedarse dormido. Y despertar la mañana siguiente, donde el sol con sus primeros rayos te hace abrir los ojos a la inmensidad de una playa desierta, en la calma del amanecer. Una remera a la cabeza para tapar la luz y a seguir durmiendo un rato mas. Paz, libertad y la hermosa sensación de todo me chupa un huevo!
La cuarta noche (y las 4 que le siguieron) finalmente se me termino la suerte y me fui a dormir a la playa. Dormir en la playa al mejor estilo homeless, sin bolsa de dormir y sin carpa, puede sonar duro, pero fue una experiencia hermosa! En una playa en la que no hay viento, no hace frio y sabes que nada te puede pasar. Simplemente acostarse mirando las estrellas, escuchando el mar y lentamente quedarse dormido. Y despertar la mañana siguiente, donde el sol con sus primeros rayos te hace abrir los ojos a la inmensidad de una playa desierta, en la calma del amanecer. Una remera a la cabeza para tapar la luz y a seguir durmiendo un rato mas. Paz, libertad y la hermosa sensación de todo me chupa un huevo!
Cinco de Enero, casi un mes después de dejar Cairns me invadieron unas profundas ganas de parar. De desarmar la valija, de dormir en la misma cama más de 3 días, de tener donde cocinarme, donde cagar, donde lavarme los dientes. Además quería volver a laburar y ahorrar unos mangos. Me estará pegando el viejaso??? Junte mis cosas, me despedí de mis amigos, camine hasta las afueras de Byron y me detuve a un costado de la ruta. En mi mano izquierda: el internacional gesto del puño cerrado con el pulgar en alto; en mi mano derecha: un precario cartel donde se leía “Brisbane”.