sábado, 23 de marzo de 2013

Un tropezón no es caída


“Gente linda! La semana que viene me mudo a Brisbane con intenciones de pegar un buen laburo, pasar unos meses en la gran ciudad y sobre todo ahorrar unos mangos, si hay alguno por allá que avise, siempre es mejor tomar mates de a dos, sobre todo porque yo no tengo yerba!”. Fue el mensaje que postie en el grupo de facebook llamado “argentinos en Australia”, cuyo logo es un mate con un boomerang.

“Yo llegue a Melbourne hace un mes, pero tengo ganas de mudarme y Brisbane suena como una linda opción. Si queres vemos de llegar por la misma fecha y buscamos alojamiento juntos” Fue la respuesta que obtuve de Caro.
Caro es una chica rosarina de 27 años, petisita, flaquita, de rulitos y ojos verdes. Recientemente recibida de medica, decidió venirse a Australia a hacer una vida acá y con suerte y esfuerzo no tener que volver a Argentina mas que una vez por año a comer un asado con amigos y familiares.

El viejo que me levanto a las afueras de Byron Bay, me dejó a mitad de camino, donde en menos de 5 minutos haciendo dedo fui levantado de nuevo. Esta vez por una pareja de lesbianas que me dejaron en una estación de tren a las afueras de Brisbane. Desde allí tome el transporte publico hasta el centro, donde camine 3 cuadras hasta el hotel que había reservado Caro para los dos. Ella había llegado en tren ese mismo día por la madrugada.

Primer objetivo: conseguir un lugar donde vivir. Prioridades: que sea céntrico y si es posible barato. Luego de tres días de idas y vueltas viendo departamentos y casas (que proporcionaba la búsqueda en internet y diarios) nos decidimos por un hermoso departamento en el corazón mismo de la ciudad. Quizás un poco costoso, pero considerando que cada viaje en colectivo acá sale 5 dólares, con el tiempo y dinero que ahorran vivir en el centro la ecuación daba positiva.

El departamento está en un piso 39, lo que proporciona una vista increíble de la ciudad, el río y los jardines botánicos (un gran parque en el corazón de la ciudad) cuenta con un gran living, un balcón gigante y 3 habitaciones también grandes. De las cuales dos tienen baño propio. Compartimos el departamento con 3 asiáticos que viven en los otros cuartos respectivamente.

El edificio en si es muy moderno y con el alquiler tenemos acceso a una hermosa pileta al aire libre, un jacuzzi, sauna y gimnasio. Todo en el piso 10 del mismo edificio, con muy linda vista al resto de la ciudad.

Segundo objetivo: conseguir trabajo. Prioridades; que no implique favores sexuales, después lo que venga! Con la experiencia previa en el cv, la cara de adoquín y la suerte siempre de mi lado; conseguí trabajo rápidamente en un café céntrico ubicado en el medio de la peatonal, a 4 cuadras del departamento. Si, en una ciudad de 5904 km cuadrados (gracias Wikipedia), el laburo me queda a 4 cuadras. Luego de la primer sema también conseguí trabajo en el estadio de la ciudad. Este último es solo una vez por semana (cuando hay partido), y es sin lugar a dudas el trabajo más fácil que me ha tocado hacer en mi vida. Me pagan 23 dólares la hora por mirar el partido desde los palcos VIP. Si alguna de las 10 personas que están en el palco que cuido yo quiere algo para tomar (solo para tomar, de la comida se encarga otro), tengo que escribirlo en un ticket y se lo doy a un mulo que tengo a mi servicio que lo va a buscar al bar y lo trae, mientras yo sigo parado viendo el partido desde la mejor ubicación posible.

Con respecto a los grandes eventos en Australia, como son los partido de rugby en este estadio que admite 48.000 personas; tengo dos cosas para decir que me llamaron poderosamente la atención. Una es lo amargas que son las hinchadas! No tienen sangre! Parece un partido de riBer contra indesingente! Un horror! Y segundo la organización, de TODO! Es una experiencia nueva y muy interesante ver la organización de un evento de grandes magnitudes desde las entrañas del mismo. Con solo pensar que la compañía que nos contrata, convoca un promedio de 900 empleados por partido (sin contar la policía). Los proveedores, los medios, los equipos, los eventos de entretiempo, las publicidades, los restaurantes, los negocios, etc, etc, etc.

Y no solo dentro del marco del partido, sino antes y después. Al terminar cada partido por ejemplo, la gente sale del estadio directamente a una estación de colectivos donde un constante flujo de colectivos despacha gente en los 4 sentidos (norte, sur, este, oeste). El flujo ininterrumpido se debe a un eficiente re direccionamiento de los peatones y autos particulares en las calles aledañas al estadio, que permiten a los colectivos salir constantemente sin interferencias ni semáforos. Se les suma un gran número de personas con chalecos naranja flúor cuya única función es guiar a las personas que están saliendo del estadio o responder a cualquier consulta que estas puedan tener.

Con esto se busca evitar, entre otras cosas, congestionamiento de autos, accidentes, disturbios y gente conduciendo bajo la influencia del alcohol (recordamos que el rugby es un deporte tan aburrido que el 50% del chiste de ir a ver un partido es tomar cerveza durante el evento). Ha! Me olvidaba, durante una hora y media después del partido, TODOS estos colectivos son gratuitos! Primer mundo le dicen…

Con respecto a Brisbane, que podemos decir? Bueno, es una gran ciudad! Dos millones de habitantes! Es muy moderna y organizada. Se encuentra cerca de la costa, pero no tiene playas (buuuuuuuuu); la rodean algunas sierras pero allá lejos, donde se pierde el horizonte y la atraviesa un ancho, ondulante y caudaloso rio. Su centro comercial o CBD como lo llaman acá, se ubica en una porción de tierra con forma de U formada por el rio; no más ancha de 10 cuadras, rematada en su parte inferior en los ya mencionados Jardines Botánicos. Nuestro departamento queda en el centro mismo de esta U a solo 2 cuadras de los jardines. Cruzando los múltiples puentes se accede a otros barrios de la ciudad. Algunos más pintorescos que otros, pero todos muy modernos, con hermosos parques, muchos comercios y sobre todo restaurants y cafés. Los edificios son increíbles y todos iluminados de noche hacen del centro un lugar bastante impactante de recorrer durante la noche. El transporte público es una combinación de trenes, buses y barcos. Es eficiente, pero costoso.

Dos meses pasaron! Hoy me encuentro escribiendo desde mi habitación de un hostel, donde pasaré mis últimos días en Brisbane antes de subirme a un avión para volver a Cairns. Hace calor y la humedad pesa. Han pasado casi 3 semanas sin ver el sol y la lluvia no da tregua. Caro no encontró trabajo y se mudo a otra ciudad. Sin el único factor positivo que me ataba a este lugar  he decidió volver a otro que tanto me dio. ¿Qué podemos decir de estos dos meses? Lamentablemente no mucho. Llegué en búsqueda de experimentar la vida en la gran ciudad, que no experimentaba desde que dejé mi querida Mar del Plata. Llegué buscando un buen trabajo que me permita ahorrar. Llegue buscando conocer gente y hacer buenos amigos.
Los trabajos que realicé dejaron mucho que desear. En su mayoría bien pagos pero pocas horas, inmersos en el ritmo y el estrés de la ciudad. Nada comparado a servir tragos en un pueblito turístico o una isla.


En mis viajes anteriores he aprendido que los lugares están hechos de las personas que conoces en ellos. Bueno, en Brisbane no genere ninguna conexión humana relevante con ninguno de mis colegas y ninguna de las personas viviendo conmigo.

Pero ningún tiempo es perdido y siempre se aprende algo nuevo. Yo, inesperadamente experimente lo que es la convivencia con una mujer, compartiendo no solo casa sino también habitación y cama por dos meses. Fue como jugar a ser pareja, pero haciendo trampa, corríamos sin la mochila del “hasta que la muerte los separe”. Siempre supimos que iba a durar un par de meses. Lo más loco, fue que todo paso con alguien que conocí el mismo día que me mude. Quien lo diría…Caro fue sin lugar a dudas el único recuerdo lindo que me llevo de Brisbane.

Esta experiencia también me sirvió para reforzar la idea de que no estoy hecho para las grandes ciudades, sin importar que tan primer mundistas están sean. Visitarlas si, vivir en ellas no.

Ese resplandor naranja enfermizo que cubre la ciudad no debería negarnos la infinidad de las estrellas; ese rugido constante de los motores no debería privarnos del irregular cantar de las aves; esos edificios no deberían crecer más altos que los arboles que tanta vida nos dan; y todo esos rostros anónimos no deberían caminar tan apurados sin saber que los nudos de sus corbatas sofocan más que la cima de cualquier montaña. Todos estos gigantescos muros grises, toda esta simetría y todos estos ángulos rectos jamás podrán reemplazar la paz interior que transmiten el verde de las plantas en verano, el azul de los lagos profundos, el blanco de las montañas maquilladas de nieve y el hermoso caos de la naturaleza en todo su esplendor.

lunes, 14 de enero de 2013

Por las vías del Este


Me sueno todos los dedos de las manos y observo esa pequeña línea negra vertical parpadear solitaria en la inmensidad blanca de la pantalla, al comienzo de un archivo de Word que todavía no se ha escrito, y pienso: cuantas cosas pasaron en estas últimas tres semanas ¿por dónde empiezo?. A un lado de la notebook, sobre mi escritorio, el café de la mañana se enfría muy lentamente debido a las altas temperaturas del verano australiano. Mas allá del café, la ventana y el balcón de un piso 39. Abajo la ciudad de Brisbane se extiende bulliciosa. Es viernes por la mañana, y aquí en el centro la ciudad siempre late. Son las 10:20 y todos parecen tener un propósito, un lugar a donde llegar. Y viendo a la gente ir y venir mi mente se pierde en los recuerdos de un mes atrás, en la estación de tren, dejando La Isla, dejando Cairns…


Como en tantas otras ocasiones, las cosas no se dieron exactamente como uno las visualizo en un comienzo. Por distintos factores finalmente NO me sume a la pareja de suecos que vivía con nosotros y compro una van para viajar rumbo sur recorriendo toda la costa este, y tampoco me sume a la van que rentaron mis amigas estadounidenses con el mismo propósito. En su lugar, opte (quizás medio forzado) por la individual: saque un pasaje en tren de Cairns a Brisbane que me permite hacer cuantas paradas desee en esa dirección durante 3 meses. Fue un poco confuso cuando le dije a la pareja de Suecos “voy a hacer lo mismo que hacen ustedes, pero solo y mas rápido”. Risas a parte, emprendí mi viaje con escalofriante falta de planificación, primer destino: Townsville.


Townsville es una ciudad común y corriente, nada especial. Es popular por el simple hecho de ser el punto de partida de todos los ferris hacia Magnetic Island. A pesar del romántico nombre, no hay nada magnético en Magnetic Island, ni nubes de humo negro matando gente, ni osos polares, ni barcos piratas y definitivamente NO se puede viajar en el tiempo. Pero bueno, tampoco se ven antílopes de un solo ojo en Venado Tuerto, ni llueven papas fritas en Coronel Pringles. De cualquier manera es una Isla hermosa, de unos 10km de diámetro. La misma se compone de varias bahías de playas perfectas, con algunos asentamientos urbanos muy pequeños, dos supermercados, algunos restaurantes y dos hostels. Uno de ellos es más bien un resort con pequeñas cabañas dispersas en el bosque, donde decidí pasar mis 3 noches. Disfrute mucho mi tiempo en Magnetic Island ya que no lo encontré sobrevaluado y sobreexplotado por la industria turística. Pase mis días conociendo gente linda, haciendo más de un trekking por las zonas más elevadas de la isla, buscando y encontrando koalas, wallabies, iguanas y varios animales más. Y disfrute de largas horas tirado en solitarias playas leyendo o escuchando música. Mis noches también transcurrieron sencillas por lo general empezando con una ducha, seguido de pizza con cerveza en el bar del resort y yendo a la cama temprano, para comenzar bien descansado al día siguiente, quedándome dormido escuchando todos los sonidos del bosque. Al tercer día, luego del almuerzo volví en ferri hacia Townsville y me senté a esperar en el andén. Próxima estación: Airlie Beach.


Al igual que Magnetic Island, Airilie Beach no despega mucho de cualquier otro pueblito costero australiano. Lo que la hace especial es ser el punto de partida para cualquiera de las 78 islas que componen el archipiélago vecino a ella, incluyendo por supuesto la mítica Whitehaven Beach (playa cielo blanco). Airlie Beach y todas las islas a su alrededor si están fuertemente explotadas por el turismo, es quizás por este motivo que no fue mi lugar favorito a pesar de su increíble belleza. Pase mi primer noche en un de los tantos hostels del pueblo (prolifera el turismo tanto de mochileros como de gente de plata) y al día siguiente me embarque para conocer las islas. Hay dos formas de hacer lo antes dicho: la primera es con un velero gigante, dura 3 días, incluye desayuno, almuerzo y cena, dos noches durmiendo en la embarcación, y recorrido por los puntos más atractivos del archipiélago. La segunda es en un gomon con dos poderosos motores, dura un día, incluye almuerzo y visita los mismos puntos que el anterior. Yo ya he tenido gente subida a mi gomon, pero nunca me subí al gomon de otro, así que opte por la segunda opción.

El paseo fue muy entretenido, los paisajes increíbles. Paramos a hacer snorkel en dos puntos “estratégicos”, que fueron los mejores snorkels que he hecho en Australia, superando con creces la Gran Barrera de Coral y Green Island. Al sumergirse en las cristalinas aguas de los mares de Australia uno se ve abrumado por una explosión de colores y formas de las múltiples especies de corales que han estado desarrollándose allí por los últimos 8000 años. Considerando que el coral crece a un ritmo de 1 a 3 centímetros anuales horizontalmente y de 3 a 10 centímetros verticalmente, las complejas estructuras deslumbrantes en sí mismas ofrecen una belleza aun mayor al observador detallista que se aventura a sumergirse para una inspección más cercana de los mimos. Nadando entre los mismos tortugas, tiburones, rayas y peses de todos los tamaños y colores, completan este asombroso mundo subacuático. Por último, la frutilla del postre: trekking de 20 minutos hasta la cima de la colina que bordea la playa “cieloblanco” con una vista increíble. Toda la inmensidad de una playa de arenas blancas cubiertas parcialmente por aguas poco profundas de un color turquesa claro, hacia el horizonte el mar volviéndose mas y mas oscuro esquivando salpicones de islas para ir a encontrarse con el cielo. Finalmente el descenso hacia la playa a pasar el resto de la tarde tirado panza arriba y lamentablemente el eventual retorno a tierra firme. Próxima estación: Noosa.

Noosa es una ciudad relativamente grande. Su centro turístico es la zona conocida como Noosa Heads. Un lugar que me recordó mucho a Naples en Florida. Careta, snob, adinerada, clase alta, gente de guita, elite privilegiada, son algunos de los adjetivos que definirían a la tipo de personas que frecuentan este destino. La ciudad es hermosísima, esta impecablemente bien cuidada. Tiene una extensa playa en forma de bahía rematada en un parque nacional. El mar se mete en la ciudad con un rio que se ramifica irregularmente, generando el terreno ideal para la construcción de mansiones que gustan de estacionar sus ostentosos yates en el frente. Conseguí alojamiento en un hostel muy agradable donde, como de costumbre en estos establecimientos, pegue onda con viajeros de varios países. En esta ciudad me encontré con dos conocidas argentinas pertenecientes a la comunidad viajera argenta, que están instaladas en la ciudad desde hace un par de semanas. M recibieron muy amigablemente. Compartieron fernet y mate, bienes altamente codiciados por estos pagos. Disfrutamos de la playa, recorrimos el parque nacional, salimos a la noche y nos despedimos. Próxima estación: Byron Bay (con escala en Brisbane y Surfers Paradise)


- Huuuy, te vas para el norte recorriendo la costa? No te podes perder Byron Bay! Es lo más!
- Si si, el mejor lugar! Mi ciudad favorita de Australia!
- Posta! Muy relajada, llena de hippies y surfers!
- Es re chiquito el pueblo, pero muy buenas vibras y muy tranquilo.
Estos eran algunos de los comentarios que escuchaba todos los días entes de irme de Cairns, por lo que mis expectativas en Byron Bay eran altas. Algo que detesto! Expectativas atas derivan casi siempre en catastróficas decepciones.
Y Byron no fue la excepción. Llegue a Byron un 23 de diciembre. Al parecer Byron es el segundo destino más popular en Australia después de Sydney, claro está que es 50 veces más pequeño. Esto deriva en precios ridículamente costosos en restaurants, alojamiento, entretenimientos, bares, etc. Y la incómoda sensación de que te están rompiendo el culo con cada paso que das.
Pude, con dificultad, entender que en otro momento del año sería un lugar hermoso, relajado y tranquilo. Pero del 23/12 que llegue, al 5/01 que me fui, me sentí asqueado de la cantidad de turistas, el trafico y la poca infraestructura para lidiar con ambos.

Durante la primer semana accedí a pagar un extremadamente sobrevaluado hostel. Lleno hasta las pelotas de backpakers de todas partes del mundo, enfiestándose cada noche de la semana. Si hay algo que no se le puede reprochar a Byron es LA joda que hay de lunes a lunes.
A donde fueres haz lo que vieres dice el dicho, así que no quedo otra que estar de joda todas las noches y disfrutar la playa de día. En los días que siguieron me reencontré con toda la gente que vivía con migo en Cairns: Bertram (el alemán), Lauren (la americana), Erik y Sonia (la pareja de Suecos). Y conocí un par de argentinos que estaban viviendo ahí y me consiguieron una changa de limpieza por unos días, como para palear los gastos. Mas allá de esta changa, no tarde mucho en darme cuenta que conseguir un buen trabajo en Byron es menos probable que un recital de Mariano Mores en Villa Fiorito. Para despejarme de toda duda, encontré casualmente un artículo en el diario donde se decía que era la ciudad con mayor índice de desempleo de todo Australia.
A la semana me saturé de la joda y de pagar el sobrevaluado hostel; y, citando a Duhalde, eficiente y capaz presidente que alguna vez supimos tener en Argentina, dije: “que sea lo que dios quiera”.

Y así fue! La primera noche conocí unas argentinas que estaban alquilando una casa y me dejaron quedarme en el sillón. Al día siguiente, volví al hostel a buscar mi valija y unas brasileras de las cuales me había hecho amigo (y que tenían un cuarto doble para ellas solas) me dijeron que se iban esa tarde y habían pagado una noche mas, que si quería usara el cuarto no había drama. La tercera noche, un amigo australiano que conocí hace 3 años en EEUU, y que vive en Melbourn me escribió a facebook que había venido a Byron a pasar año nuevo con un grupo de amigos, que habían alquilado una casa y me podía quedar ahí.
La cuarta noche (y las 4 que le siguieron) finalmente se me termino la suerte y me fui a dormir a la playa. Dormir en la playa al mejor estilo homeless, sin bolsa de dormir y sin carpa, puede sonar duro, pero fue una experiencia hermosa! En una playa en la que no hay viento, no hace frio y sabes que nada te puede pasar. Simplemente acostarse mirando las estrellas, escuchando el mar y lentamente quedarse dormido. Y despertar la mañana siguiente, donde el sol con sus primeros rayos te hace abrir los ojos a la inmensidad de una playa desierta, en la calma del amanecer. Una remera a la cabeza para tapar la luz y a seguir durmiendo un rato mas. Paz, libertad y la hermosa sensación de todo me chupa un huevo!


Cinco de Enero, casi un mes después de dejar Cairns me invadieron unas profundas ganas de parar. De desarmar la valija, de dormir en la misma cama más de 3 días, de tener donde cocinarme, donde cagar, donde lavarme los dientes. Además quería volver a laburar y ahorrar unos mangos. Me estará pegando el viejaso??? Junte mis cosas, me despedí de mis amigos, camine hasta las afueras de Byron y me detuve a un costado de la ruta. En mi mano izquierda: el internacional gesto del puño cerrado con el pulgar en alto; en mi mano derecha: un precario cartel donde se leía “Brisbane”.

Menos de cinco minutos después se detuvo una camioneta, de la puerta del conductor se asomó un viejo de unos 60 y largos con un sombrero típicamente australiano y cara de bonachón. Y con una sonrisa amigable y un pequeño cabezazo en dirección a la ruta dijo “subí que te llevo”.