Los conocimos de casualidad una noche después del trabajo. Habíamos ido a Pig and whistle por una cerveza. Pig and Whistle es un bar histórico en la ciudad, solía ser el edificio del cuartel de policía, cuando Rotorua era un pequeño pueblo donde paraba el tren; en Argentina lo llamaríamos una “estación”. Con los años, este bar, ha prosperado mucho y hoy tiene todo el aspecto de un pub ingles de muy buena calidad. Íntegramente recubierto en madera, con una buena estufa a leña y dos o tres plasmas aquí y allá para pasar los partidos (de rugby claro). Es tal la prosperidad que ha alcanzado este bar, que puede darse el gusto de dejar cupones de “una cerveza gratis sin obligación de compra” en los centros de información turística. Centros a los que vamos una o dos veces por semana y tras distraer a la agente de turismo con alguna pregunta de turista recién llegado de Madrid, nos dotamos de una buena provisión de vales de cerveza gratis.
Fabián es un pibe muy simpático. Es flaquito y chupado de cara, a pesar de que se mantiene alejado de los vicios. Tiene la risa fácil y un buen sentido del humor. Es un tipo despierto, y un poco nervioso a la hora de expresarse, característica que sospecho, surgen de toda una vida en capital. Eva es también muy alegre. Nacida y criada en Cañuelas es de espíritu más tranquilo, amigable y hasta si se quiere inocente.
“Acabamos de llegar de Tailandia, nos conocimos allá”. Dijo Fabián. Durante el resto de la noche Fabián y Eva pelaron contra la ansiedad para no entorpecerse el uno al otro en las anécdotas de su aventura. Tenían la excitación del que le acaba de ocurrir algo maravilloso, increíble, y necesita contárselo a alguien. Chichi y yo, esa noche, fuimos los agujeros de esa olla a presión. Fabián se imponía en la narración, pero todo el tiempo Eva lo corregía o completaba con detalles que en el afán de contar todo, Fabián se saltaba.
El hecho de encontrar del otro lado de la conversación, 4 oídos sumamente atentos y dos pares de ojos maravillados con tantas historias y descripciones de lugares exóticos y lejanos, alentaba sumamente a ambos, que siguieron hablando hasta que el pub cerró y nos invitaron a retirarnos.
Ya en la puerta del bar nos dijeron que tenían pensado quedarse un tiempo en Rotorua.
Intercambiamos números de celular y nos despedimos. Fría y silenciosa caminata hasta el auto de por medio empezamos a manejar de vuelta a casa. La idea de un viaje a Asia, siempre estuvo latente en el corazón, pero lejana en la realidad. Como las posibilidades de Racing de salir campeón. Pero en el relato de los chicos, no había nada de imposible, era solo una cuestión de actitud.
Yo manejaba en la vuelta a casa y rompí el silencio con un:
_ Che Guevon, cuando nos vamos a Asia?
_ No sé, pero quiero ir ya. jaja
_ Mañana vamos a internet y sacamos los pasajes para la primer semana de Octubre. Eso nos da tiempo para laburar casi dos meses más acá. Juntamos lo de los aéreos y unos 1800 que nos alcanza para vivir como reyes por dos meses allá, de arriba, sin laburar y viajando para todos lados.
Ya habíamos tenido conversaciones similares, pero siempre eran con el típico tono de sarcasmo con el que nos comunicábamos. Chichi que me conoce hace bastante, se dio cuenta que esta vez iba en serio. Y dijo:
_ Si! De una!
Con respecto al laburo, Chichi está muy bien con las horas que hace por semana en el hotel, casi 40. En mi caso, si bien el trabajo es muy relajado (pararse en la puerta del restaurant a charlar con la gente que pasa y convencerlos de que entren a comer, sin responsabilidad de plata ni lidiar entre los clientes y la cocina), estoy haciendo unas 20 o 25 horas a la semana. Con el trabajo de las mañana en el wwoofing cubrimos alojamiento y comida, por los que el dinero de esas 20 o 25 hs de laburo va casi en su totalidad a la cuenta de ahorro. De cualquier manera mientras más ahorremos acá, mas podemos reventarnos en Asia. Por lo que surgió la idea de dejar de trabajar las mañanas en el wwoofig y usar esas mañanas para buscar otro trabajo (o hacer más horas en el actual si se puede), arreglarse viviendo un mes en un lugar menos exclusivo del que estamos ahora y comiendo como el culo. Recordemos que en este wwoofing, a cambio de 4 horas de trabajo en la mañana, estamos viviendo en una mansión con vista al lago, y en casi un mes y medio que llevamos acá NUNCA repetimos una cena, todas ellas de puta madre.
Aquella noche después de una exquisita cena (paella), disfrutábamos una taza de café junto al fuego cuando le comentamos a Sally y Gerry de nuestras intenciones de viajar a Asia y por consecuente mudarnos. En este mes y medio viviendo y trabajando juntos se desarrollo un vinculo muy lindo entre ellos y nosotros, por lo que la noticia cayó como un balde de agua fría, no querían en lo mas mínimo que nos fuéramos, ya nos lo habían manifestado en el pasado, y en esta ocasión la expresión en sus rostros hablaba por sí misma. Fue entonces cuando a Gerry se le ocurrió la idea:
_ Que les parece si se mudan de la casa, pero se quedan a vivir en la caravan que está afuera. Es gigante, entran 8 personas, tiene heladera, frízer, microondas, horno, calefacción central, agua caliente, etc. En vez de trabajar a la mañana, les cobraríamos 50 dólares cada uno por semana, usan electricidad y agua de la casa y solo tienen que reponer la garrafa cuando se les acabe.
Recordemos que en un hostel, una habitación compartida entre 6 personas, por semana nos sale 120 por cabeza. La propuesta sonó fantástica. Teníamos las mañanas libres para trabajar y en alojamiento solo gastaríamos 50 mangos.
El eco del último martillazo resonó entre las colinas y el pasado domingo, tras cumplirse 38 días de wwoofing en casa de Gerry y Sally, ayudamos por última vez con el trabajo en el campo y nos mudamos a la caravan.
Como sucede tantas veces en la vida, del mundo de las ideas al de la realidad, las cosas se transforman. La caraban resultó ser muy fría, para colmo el día que nos mudamos comenzó una ola polar, que incluyo la primer nevada en Rotorua en los últimos 20 años. La calefacción funciona fantástico solo si esta prendida de forma continua, lo que se devora el gas de una garrafa en un día, y rellenarla sale unos $40 dólares, presupuesto fuera de nuestro alcance. Nos acordamos lo que era tener que cocinarse y preocuparse por ¿Qué como hoy?. A estos factores se le sumaron otros que venían latiendo desde abajo. Todos relacionados con muchas ganas de moverse a la ciudad. El campo es hermoso, pero ya hace un mes y medio que estamos acá. En ese mes y medio nos hicimos de un buen grupo de amigos, todos ellos viviendo en el centro. Y si bien el motor del grebmling es económico, en ir y volver todos los días hasta la urbe se va mas de un billete en combustible.
A través de un contacto con un amigo mexicano que está viviendo en un pequeño hostel familiero en pleno centro, es que conocimos a sus dueños. Una pareja de kiwis muy simpáticos y alegres. A él lo habíamos conocido el segundo día desde que llegamos a Rotorua, cuando se ofreció a pasarnos corriente con su camioneta, una helada y lluviosa noche de invierno que el grembling no quiso arrancar. Nos dijeron que les vendría muy bien personal de “housekeeping” para ayudar con la limpieza a la mañana.
_ Tendrían que trabajar 6 días a la semana, solo dos horas en la mañana. Generalmente es menos por que esta lento y la culo inquieto de mi mujer es la que se encarga de la limpieza.
_ Y nos podríamos venir este lunes?
_ Mira, en realidad los necesito de acá a dos semanas. Pero hagamos una cosa. ¿Cuánto están pagando donde duermen ahora?
_ $50 por semana cada uno.
_ Les dejo una habitación para ustedes a ese mismo precio por estas dos semanas, hasta que arranquen. Así se pueden venir este lunes para acá.
Apretón de manos y agradecimientos de por medio, se cerró el trato. El hostel no es de lo mejor, pero es agradable, cálido, la calefacción en las habitaciones esta al mango todo el día por lo que no más frío para estos wwoofers. Lo mejor es que queda a 2 cuadras de mi trabajo, a tres del de Chichi, a una del pig and whistle y a 4 del Polynesian Spa.
El Polynesian Spa, es un spa 5 estrellas, muy exclusivo. Cuenta con instalaciones hoteleras y un complejo termal de unas 8 piletas construidas todas sobre las horillas del lago (similar a Arapey en Uruguay para los que conocen, pero con las piletas mucho más cerca del agua, ya que al ser lago no corren riesgo de inundación como con el río en la tierra charrúa). Si bien es inaccesible en precio para mochileros lauchas como nosotros, no lo es para turistas acaudalados o para ciudadanos permanentes de Rotorua. Ciudadanía que se demuestra con un carnet de miembro de la biblioteca. Carnet que se obtiene al presentar un resumen de cuenta del banco con tu dirección en Rotorua. Resumen de cuenta que pedimos bajo la dirección de Sally y Gerry.
Tramites de por medio (que en conjunto nos llevaron menos de 30 minutos, caminando de un lugar a otro). Nos convertimos en ciudadanos de Rotorua y luego en flamantes miembros del Polinisian Spa, con acceso ilimitado a todas las piletas, durante un mes, por el módico precio de $40 dólares.
Pero el carnet de la biblioteca, contundente prueba de ciudadanía, sirve además para tener acceso ilimitado al wifi en las instalaciones de la biblioteca, situadas a media cuadra del hostel al que nos vamos a mudar, alquiler de libros, películas y discos y 50% de descuento en entradas a los atractivos turísticos de los alrededores de la ciudad.
El pasado jueves, se combinaron los day off del chichi, el colo y mío; toco un hermoso día soleado y, viéndonos en la obligación de sacarle provecho a nuestra ciudadanía, viajamos 40 minutos en le grembling a ver de qué se trataba Waimangu.
En los meses que llevo viviendo en este increíble país, he conocido lugares deslumbrantes con paisajes bellísimos. Es más, se podría decir que el país en su totalidad se compone de ellos. Las colinas verdes, los bosques tropicales casi selváticos, los ríos, los lagos, las cascadas, las playas…todo ellos abundan y te rodean donde quiera que estés. Lo que no es tan fácil de encontrar, ni aquí ni en el resto del mundo es un valle volcánico, como Waimangu.
Perdido entre colinas y montañas, consiste en un trekking de 2 horas por le medio de la selva, que atraviesa 5 atractivos principales:
El primero es el lago Esmeralda. Un siglo y medio atrás, una devastadora explosión volcánica genero un gigantesco cráter sobre la cara de la montaña, que con los años fue llenándose de agua. Hoy en día es un bellísimo lago de agua fría, color verde esmeralda, contrastando con un intenso rojo ladrillo de un helecho llamado Azolla que se depositan sobre su superficie.
El segundo es un lugar único que creo no volveré a ver en mi vida. Es el lago de agua hirviendo más grande del mundo. No una pileta, no un estanque, sino un LAGO. Y no está solo emanando vapor por la diferencia de temperatura con el exterior, esta hirviendo, todo el lago en su totalidad (si si, viste que redundante que soy!”). Uno podría quedarse horas hipnotizado viendo el viento jugar con el vapor en semejante superficie, y escuchando el tenue pero interminable burbujear de las aguas. Un lugar con una energía muy fuerte, para los que creemos en estas cosas.
De aquí se sigue caminando sobre el margen de Nga Puia o te Papa (manantiales de agua caliente de la madre tierra), conjunto de manantiales de agua hirviendo que crea intrincadas y minuciosas formaciones de sílice con sorprendentes y vivos colores. Nunca en mi vida vi una explosión de colores de la naturaleza tan intensos como en este lugar. (ver fotos en facebook, no es lo mismo que estar ahí, pero puede darles una idea mejor que mis descripciones)
Luego se llega al “Inferno Crater”. Otro cráter generado por una antigua explosión volcánica. Este es mucho más pequeño que el primero, y se lleno con aguas termales y no de lluvia, motivo por el cual esta hirviendo. Los altos contenidos sílice en el vapor han cubierto por completo las verticales paredes de la montaña que lo contiene, dotándolas de un color blanco perfecto, que contrasta con un turquesa cristalino del agua termal. Una vez más, los colores, el vapor…inexplicable.
De aquí se continua entre los manantiales y la selva hasta una zona de pequeños geiser continuamente activos. Espectáculo interesante de ver.
Unos metros más allá de los geiser se llega a una lugar donde la variadísima flora perdió terreno frente a las altas temperaturas del suelo generándose una zona abierta, de grandes dimensiones donde el agua de los manantiales se expande y cae en terrazas de acumulación de sílice, de formas muy irregulares que incluyen estalactitas. Una vez más la explosión de colores: el blanco puro del sílice, el turquesa del agua, verdes, azules y rojos muy intensos de diversos tipos de primitivas algas, que sobreviven a las altas temperaturas.
Tras algunos minutos más de caminata donde se puede disfrutar de un variado avistamiento de aves, se llega al final del recorrido: El lago Rotomahana. Este es un gran lago, de agua fría, ya más parecido a los que hemos visto en este país anteriormente, con la particularidad que sobre el horizonte termina en el volcán Tarawera. Este volcán, al igual que todos los otros que rodean la zona, incluyendo las múltiples salientes de los volcanes que dan a los lagos que recorrimos y los senderos por los que caminamos, están en plena actividad y pueden hacer erupción en cualquier momento. Lo que lo hace a uno pensar, cuando está sentado contemplando el lago, como la naturaleza tiene el poder de crear, con el pasar del tiempo, tanta belleza y destruirla con una devastadora explosión de algunos minutos. Se imaginan si cayera un salpicón de lava ardiente en mi hermoso rostro?!
Bueno, estos han sido los acontecimientos del pasado mes. Sepan disculpar el retraso en la actualización del blog, pero la verdad es que las semanas se han sucedido unas a otras, empujándose atolondradamente como fichas de dominó donde cada una cae impulsada por la velocidad que traía la anterior y esta a su vez lleva a la caída de la próxima. Estamos viviendo un sueño, y en los sueños es difícil medir el tiempo. Lo que está por venir: un mes de (esperemos) mucho laburo y luego el clímax de este sueño, las vacaciones dentro de las vacaciones: ASIA.